La calidad de nuestros pensamientos determina la realidad que vivimos

¿Te sientes a veces cansado incluso de ti mismo/a? ¿Has pensado que tal vez se deba al tipo de pensamientos que sostienes?

Foto de paisaje alpino con mujer sentada de espaldas en un banco
Fotografía de Mercedes Alburquerque

A lo largo de nuestra vida, se van produciendo distintos acontecimientos. A veces nos da la sensación de que los hemos generado nosotros mismos, mientras que, en otras ocasiones, parecen surgir de la nada, sin ninguna intervención por nuestra parte.

Cualquier situación puede generarnos ideas y sentimientos de lo más variado. Y es precisamente en ese momento en el que podemos ejercer nuestra máxima libertad: la de sostener y alimentar (o no) esos pensamientos, sentimientos o juicios.

Hace ya más de una década, al asistir a una clase de yoga, entró en el aula Daniel Mendialdua, que sustituyó ese día a la profesora. Durante la sesión dijo una frase que me caló muy hondo:

«El mayor dolor que experimentamos en esta vida no procede en realidad de las cosas que nos han sucedido o que nos han hecho, sino de los juicios que emitimos al respecto».

Daniel Mendialdua Canales

Reconocí en esas palabras una verdad muy profunda, y durante las dos semanas siguientes estuve muy atenta a mis pensamientos y a los juicios internos que iba emitiendo, para poder soltarlos. Como resultado de ello, empecé a sentirme más ligera y alegre. Efectivamente, estaba comprobando la importancia de cuidar mi jardín interior.

Si no estamos atentos a nuestros pensamientos, al principio puede costarnos detectar el juicio en el momento en que se está produciendo. Como muy bien expresa Jorge Lomar, no pasa nada: esa elección de paz podemos hacerla posteriormente, cuando caigamos en la cuenta de que nos hemos vuelto a enredar.

A veces notamos que hemos sostenido pensamientos de miedo, ataque, rabia o separación por los efectos que esto tiene en nuestro propio cuerpo, con alguna tensión localizada. ¿En qué parte detectas tú esa tensión? ¿En el estómago, el vientre, el corazón, la cabeza…?

La meditación es una herramienta estupenda en este sentido. Al sentarnos e ir acallando la mente, vemos pasar las ideas que van apareciendo. Además, en ese espacio de mayor silencio, aprendemos a ir soltando los pensamientos como si de nubes pasajeras se tratara. Ese entrenamiento hace que después estemos mucho más atentos durante nuestra actividad cotidiana y que seamos capaces de detectar con mayor rapidez cualquier enredo en el que nos estemos adentrando.

Otra cosa que puede sernos útil en una primera etapa, con independencia de si tenemos ganas de meditar o no, es instalarnos en el móvil o en el ordenador algún reloj o campana de plena conciencia (Mindfulness bell). Se pueden programar para que suenen, por ejemplo, cada hora. De ese modo, cuando escuchemos la campana, podemos dejar por unos instantes lo que estemos haciendo para tomar conciencia de cómo nos sentimos o qué pensamientos estamos teniendo. Si detecto tensión, me centro en ella, en dónde está localizada, y la voy suavizando y relajando con mi respiración. Si detecto ideas que pueden afectarme, vuelvo a mi interior para ir soltándolas.

Lo importante es que estemos vigilantes con respecto a los pensamientos que pasan por nuestra mente para no volvernos prisioneros de ellos a través de ideas circulares, de caminos que ya hemos recorrido cientos de veces y que no ofrecen ninguna vía de salida. Los veo, hago silencio en mi mente, los suelto y regreso a esa paz que siempre subyace en mí.

Eckhart Tolle, en su obra “El Poder del Ahora”, manifiesta:

“Tu grado de presencia determina la calidad de tu conciencia” (…) y el único cambio verdadero sólo puede suceder ahora”.

Eckhart Tolle, El Poder del Ahora

Por tanto, tenemos una buena dosis de responsabilidad en cómo nos sentimos. No somos meras marionetas expuestas a los cuatro vientos. Para sufrir, deprimirnos, tener miedo o angustia es necesaria nuestra plena colaboración. ¿Qué es lo que estamos alimentando?

Jorge Pellicer Mollá matiza lo siguiente con respecto al poder del estado de conciencia:

Todo estado de conciencia goza de poder creador y creativo. ¿Dónde hay más poder, en alguien que se siente víctima o en alguien que se siente confiado en sí mismo?

Si estás deprimido, ¿hay energía para movilizarte?

Si te sientes inmensamente alegre, feliz y en paz, dispones de un campo de energía mucho más fuerte, una fortaleza inmensa que te lleva a hacer las cosas desde otro lugar, sin esfuerzo.

¿Es la alegría poderosa? ¿Es la conciencia de ti mismo poder?

Cuando estoy en alegría, ¿qué decisiones tomo? Unas alineadas con la paz.

Cuando estoy en rabia, ¿qué decisiones tomo? Unas alineadas con la rabia. ¿Qué voy a cosechar? Cosecho dependiendo del estado en el que esté (…). Mi estado de conciencia es la “realidad” que vivo.

Descubriendo el Ser con Jorge Pellicer» entrevista de Gabriel Gaibazzi UCDM, minuto 49:00 – 51:00

Así pues, nos conviene cuidar el jardín de nuestros pensamientos y ser conscientes de lo que permitimos crecer en él. Prestemos atención a cada tensión, que siempre es fruto del miedo, y sepamos que tenemos la opción de vivir las cosas de otra manera.

Eso no supone dejar de actuar, sino saber que el fruto de lo que hagamos será muy distinto si surge desde la paz o desde el conflicto.

Jorge Lomar, en su excepcional obra “Vivir el Perdón”, así como en sus talleres y retiros de vacaciones conscientes, ofrece multitud de herramientas para vivir este camino en nuestro día a día. La decisión de ir deshaciendo el miedo y cruzar ese puente hacia la paz es una opción que hemos de tomar una y otra vez, pues tenemos muchas inercias bien arraigadas. Jorge nos invita a detenernos cada vez que detectamos la más mínima tensión, no para luchar contra ella ni para sacrificarnos, sino para tomar conciencia de lo que hay y atender al sentir, eligiendo la paz. Ése es el gesto más amoroso que podemos realizar hacia nosotros mismos y hacia todo el universo: responsabilizarnos de nuestro proceso interno para ir liberando la mente.

¿No es maravilloso saber que podemos ir deshaciendo los juicios y dejar de autoinfligirnos un daño totalmente innecesario?

Os invito a profundizar en este camino de conciencia en el que la paz comienza por nosotros mismos.